Las conclusiones del Encuentro Nacional de Mujeres que este año se celebró en Tucumán establecieron como meta reclamar la despenalizació n del aborto. Además, se denunció el aumento de la violencia de género y la trata para explotación sexual.
Por Luciana Peker
Desde San Miguel de Tucumán
Desde San Miguel de Tucumán
“Algo cambia en cada mujer que participa”, dice el lema del 24º Encuentro de Mujeres que terminó ayer en Tucumán con la decisión de que la próxima sede de una tradición (que ya va a tener un cuarto de siglo) sea Paraná, Entre Ríos. Al mediodía, en el Club Tucumán Central se leyeron las conclusiones finales de los distintos talleres: la principal fue defender la posibilidad de discutir cómo avanzar en la legalización del aborto seguro, legal y gratuito. También, a nivel local, se reclamó que la provincia adhiriera a la Ley Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable que garantiza el reparto gratuito de anticonceptivos y que implemente la Ley de Educación Sexual Integral y se deroguen las clases de religión en las escuelas públicas.
Además, entre las conclusiones se denunció el aumento de la violencia de género, se repudió el secuestro y tráfico de mujeres y niñas para explotación laboral y se reclamó la implementació n de medidas contra la desigualdad en el ámbito laboral.
Aunque, en realidad, la mayor ventura de las conclusiones fue que el Encuentro pudiera realizarse y que llegaran 20.000 mujeres de todo el país. Ya que la oposición y de las iglesias católica y evangélica al evento se sintió fuertemente, con intimidaciones a las organizadoras, avasallamientos en los talleres sobre estrategias para que el aborto sea legal, seguro y gratuito, y fieles que demonizaban a las mujeres que marchaban para denunciar la alta tasa de mortalidad materna, la trata de personas, los femicidios y los abusos sexuales cometidos en la Argentina. También, por primera vez desde sus orígenes, se sintió un gran despliegue policial con tiros al aire, algunos gases lacrimógenos y un grupo de policías antimotines entre las manifestantes.
“El obispo (de Tucumán) Luis Héctor Villalba hace muchos meses que generó un ejército de ocupación para que vengan a intervenir este espacio que tiene como objetivo defender los derechos de los mujeres con un discurso totalmente contrario a los derechos de las mujeres. La Iglesia pretende disciplinar un espacio que es adverso al encasillamiento de la mujer en el rol de madre abnegada”, define la psicoanalista y pionera del movimiento feminista argentino Martha Rosenberg.
El conflicto con la Iglesia impidió que se pudieran sacar conclusiones de muchos talleres y que, incluso, la Comisión Organizadora de Tucumán se dividiera en relación con qué posición tomar con las fieles católicas que coparon los espacios de debate y que, finalmente, fueron expulsadas de las escuelas en donde se intentaban realizar los intercambios de experiencias. “Se repudió a la Iglesia, que tiene técnicas militares de copamiento de los lugares de discusión: llegan más temprano, llenan el territorio, no dejan de hablar y ocultan su oposición, entre otras cosas. Por eso, una de las conclusiones fue repudiar esa metodología y la de cualquier otro grupo que quiera impedir el trabajo en los talleres”, relató Rosenberg.
La resistencia in crescendo que generan los Encuentros de Mujeres no refleja su debilidad, sino el poder que genera la unión de mujeres de diferentes segmentos sociales y regiones del país cuando se juntan. “El Encuentro es un espacio de valor político tan importante que se convirtió en una especie de territorio en disputa. La posibilidad de que las mujeres intercambien sus experiencias aparece con una potencialidad tan peligrosa que la Iglesia no la puede tolerar y, por eso, genera una especie de invasión”, advierte Rosenberg. Y también critica a otros grupos: “Las otras fuerzas que disputan territorio son algunos de los partidos de izquierda, que tratan de imponer una metodología que no es la de los Encuentros y que no pueden tolerar que las conclusiones se tomen por consenso y que los talleres tengan opiniones diversas”.
La comunicadora Liliana Daunes también hace su balance: “Quedó claro que la Iglesia fanatiza a sus seguidores/as y los mandan en cruzadas contra las mujeres, como en los tiempos de la Inquisición. Protegen los templos, como si fueran fortalezas. Y actúan de manera militarizada, en connivencia, en este caso, con las fuerzas represivas, que compartieron la ‘custodia de la fe’. Aunque, por otro lado, vemos crecer el ideario y las prácticas feministas, sobre todo en los grupos juveniles que intentan vivir más libremente”.
Pero además de cerrarle la puerta a la Iglesia y de sumar a más chicas jóvenes, en Tucumán se abrieron nuevas ventanas regionales: “Una novedad fue la presencia de feministas latinoamericanas, convocadas por la articulación Feministas Inconvenientes y el Espacio de Mujeres del Frente Darío Santillán. Se realizó la denuncia del golpe de Estado en Honduras y la creación de redes de apoyo a las Feministas en Resistencia de ese país. Se convocó a una campaña internacional por la libertad de la maestra Agustina Flores López y de todos los presos políticos de Honduras. Y también a la solidaridad con el Movimiento Sin Tierra de Brasil, que está sufriendo la persecución y judicializació n de sus militantes. Por eso, se mostró la vitalidad de un feminismo inconveniente para el patriarcado y para el capitalismo, que teje sus costuras finas, en los telares del pueblo”, resalta la educadora popular Claudia Korol.
¿Cómo sigue en 2010 en Paraná? Rosenberg visualiza: “Las feministas que estamos en el origen de la idea de encontrarse con las mujeres de base creemos que vamos a tener que crear otros espacios de seguridad, no sólo físico (hubo golpes contra algunas de las participantes) , sino para poder estar con gente de buena fe en los talleres, ya que la mala fe de la Iglesia fue terrible en Tucumán”. La periodista y psicóloga Liliana Hendel también apunta con esperanza a la próxima reunión en el Litoral argentino: “Sueño con una marcha sin banderas, con miles de mujeres cantando la consigna de la campaña a favor del derecho al aborto, con la exigencia del cumplimiento de todos nuestros derechos y, también, del derecho a decidir”.
Además, entre las conclusiones se denunció el aumento de la violencia de género, se repudió el secuestro y tráfico de mujeres y niñas para explotación laboral y se reclamó la implementació n de medidas contra la desigualdad en el ámbito laboral.
Aunque, en realidad, la mayor ventura de las conclusiones fue que el Encuentro pudiera realizarse y que llegaran 20.000 mujeres de todo el país. Ya que la oposición y de las iglesias católica y evangélica al evento se sintió fuertemente, con intimidaciones a las organizadoras, avasallamientos en los talleres sobre estrategias para que el aborto sea legal, seguro y gratuito, y fieles que demonizaban a las mujeres que marchaban para denunciar la alta tasa de mortalidad materna, la trata de personas, los femicidios y los abusos sexuales cometidos en la Argentina. También, por primera vez desde sus orígenes, se sintió un gran despliegue policial con tiros al aire, algunos gases lacrimógenos y un grupo de policías antimotines entre las manifestantes.
“El obispo (de Tucumán) Luis Héctor Villalba hace muchos meses que generó un ejército de ocupación para que vengan a intervenir este espacio que tiene como objetivo defender los derechos de los mujeres con un discurso totalmente contrario a los derechos de las mujeres. La Iglesia pretende disciplinar un espacio que es adverso al encasillamiento de la mujer en el rol de madre abnegada”, define la psicoanalista y pionera del movimiento feminista argentino Martha Rosenberg.
El conflicto con la Iglesia impidió que se pudieran sacar conclusiones de muchos talleres y que, incluso, la Comisión Organizadora de Tucumán se dividiera en relación con qué posición tomar con las fieles católicas que coparon los espacios de debate y que, finalmente, fueron expulsadas de las escuelas en donde se intentaban realizar los intercambios de experiencias. “Se repudió a la Iglesia, que tiene técnicas militares de copamiento de los lugares de discusión: llegan más temprano, llenan el territorio, no dejan de hablar y ocultan su oposición, entre otras cosas. Por eso, una de las conclusiones fue repudiar esa metodología y la de cualquier otro grupo que quiera impedir el trabajo en los talleres”, relató Rosenberg.
La resistencia in crescendo que generan los Encuentros de Mujeres no refleja su debilidad, sino el poder que genera la unión de mujeres de diferentes segmentos sociales y regiones del país cuando se juntan. “El Encuentro es un espacio de valor político tan importante que se convirtió en una especie de territorio en disputa. La posibilidad de que las mujeres intercambien sus experiencias aparece con una potencialidad tan peligrosa que la Iglesia no la puede tolerar y, por eso, genera una especie de invasión”, advierte Rosenberg. Y también critica a otros grupos: “Las otras fuerzas que disputan territorio son algunos de los partidos de izquierda, que tratan de imponer una metodología que no es la de los Encuentros y que no pueden tolerar que las conclusiones se tomen por consenso y que los talleres tengan opiniones diversas”.
La comunicadora Liliana Daunes también hace su balance: “Quedó claro que la Iglesia fanatiza a sus seguidores/as y los mandan en cruzadas contra las mujeres, como en los tiempos de la Inquisición. Protegen los templos, como si fueran fortalezas. Y actúan de manera militarizada, en connivencia, en este caso, con las fuerzas represivas, que compartieron la ‘custodia de la fe’. Aunque, por otro lado, vemos crecer el ideario y las prácticas feministas, sobre todo en los grupos juveniles que intentan vivir más libremente”.
Pero además de cerrarle la puerta a la Iglesia y de sumar a más chicas jóvenes, en Tucumán se abrieron nuevas ventanas regionales: “Una novedad fue la presencia de feministas latinoamericanas, convocadas por la articulación Feministas Inconvenientes y el Espacio de Mujeres del Frente Darío Santillán. Se realizó la denuncia del golpe de Estado en Honduras y la creación de redes de apoyo a las Feministas en Resistencia de ese país. Se convocó a una campaña internacional por la libertad de la maestra Agustina Flores López y de todos los presos políticos de Honduras. Y también a la solidaridad con el Movimiento Sin Tierra de Brasil, que está sufriendo la persecución y judicializació n de sus militantes. Por eso, se mostró la vitalidad de un feminismo inconveniente para el patriarcado y para el capitalismo, que teje sus costuras finas, en los telares del pueblo”, resalta la educadora popular Claudia Korol.
¿Cómo sigue en 2010 en Paraná? Rosenberg visualiza: “Las feministas que estamos en el origen de la idea de encontrarse con las mujeres de base creemos que vamos a tener que crear otros espacios de seguridad, no sólo físico (hubo golpes contra algunas de las participantes) , sino para poder estar con gente de buena fe en los talleres, ya que la mala fe de la Iglesia fue terrible en Tucumán”. La periodista y psicóloga Liliana Hendel también apunta con esperanza a la próxima reunión en el Litoral argentino: “Sueño con una marcha sin banderas, con miles de mujeres cantando la consigna de la campaña a favor del derecho al aborto, con la exigencia del cumplimiento de todos nuestros derechos y, también, del derecho a decidir”.
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