CAMPAÑA NACIONAL POR EL DERECHO AL ABORTO LEGAL, SEGURO Y GRATUITO
Desde el 28 de mayo hasta el 25 de noviembre se lleva a cabo la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. A días del cierre de la campaña 2008, queremos compartir artículos que refieren no sólo a la campaña, sino a las diferentes temáticas que se tejen en torno a ella Este es el tercer artículo de una serie más amplia, en el que intentamos mostrar otras miradas y perspectivas de estas temáticas.
Anticonceptivos y despenalización del aborto ¿También cosas de hombres?
Fernando Pequeño
Grupo Pensar el Género
Grupo Pensar el Género
Cuando se habla de anticonceptivos para no abortar, o de un aborto seguro para no morir, las mujeres aluden a su derecho a decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y su vida. Sin embargo, las luchas por despenalizar el aborto y por la difusión y uso de métodos anticonceptivos, para que no sea necesario llegar a esa situación extrema, no es solo una cuestión de mujeres. Los hombres se ven involucrados porque participan en la procreación, pero también porque pueden y deben ser responsables en la prevención de embarazos involuntarios. Lo que a primera vista se presenta como una lucha entre mujeres que quieren decidir sus propias vidas y hombres que quieren controlarlas, es una situación compleja de lucha en donde hombres y mujeres son dominados por un sistema opresor que les provoca a ambos, muchos sufrimientos. ¿Qué significó –y para muchos aún significa– en nuestra sociedad hacerse hombre? Básicamente dos cosas: tener un gran número de relaciones sexuales, satisfaciendo a la mayor cantidad de mujeres posibles, y ser padre. Sobre estas ideas los hombres jóvenes demandan no ser tratados como adolescentes, ser reconocidos ‘hombres’.
De acuerdo a las maneras en que hombres y mujeres viven su sexualidad y se (auto)atribuyen roles de género, quienes se atreven a repensarse a sí mismos/as de una manera nueva, por ejemplo admitiendo la posibilidad de despenalizar el aborto, hablan de interrumpir un proceso. En cambio quienes están interesados en conservar la actual distribución inequitativa de posibilidades de elegir las condiciones de vida y una sexualidad más libre y placentera –tanto hombres como mujeres–, y generalmente interesados por penalizar el aborto, hablan de matar un ser humano que ya es tal en el momento de la fecundación, negando todo un proceso evolutivo que ocurre en el cuerpo de la mujer.
Curiosamente esos mismos hombres –y también muchas de sus mujeres– justifican la muerte cuando hablan de extirpar los terroristas políticos en son de mantener sus lugares de privilegio social, y hablan de accidentes de trabajo –y no de homicidios– cuando un trabajador se lastima trabajando en condiciones insalubres. Son esas personas conservadoras de sus propias condiciones de existencia sin atender las pluralidades de vidas existentes, quienes se transforman en carceleros/as de las mujeres, tratándolas como máquinas reproductoras, cosificándolas en son del honor del varón que para serlo debe convertirse en padre, y muchas veces mirándolas como incapaces morales.
Pero muchos hombres están cambiando y las mujeres e instituciones sociales pueden colaborar para acrecentarlo. Es preciso legitimar socialmente a los varones promoviendo el acceso de los mismos a los servicios de salud reproductiva. Talleres grupales, charlas en ámbitos comunitarios, capacitación de promotores hombres multiplicadores de la información entre otros hombres, contribuirán a que los varones aprendan a cuidarse más a si mismos, desarrollando su afectividad y su capacidad de comunicarse. Tal vez entonces puedan participar más activamente de las luchas por la despenalización de una situación que aunque ocurre en el cuerpo de la mujer, atañe a ambos.
De acuerdo a las maneras en que hombres y mujeres viven su sexualidad y se (auto)atribuyen roles de género, quienes se atreven a repensarse a sí mismos/as de una manera nueva, por ejemplo admitiendo la posibilidad de despenalizar el aborto, hablan de interrumpir un proceso. En cambio quienes están interesados en conservar la actual distribución inequitativa de posibilidades de elegir las condiciones de vida y una sexualidad más libre y placentera –tanto hombres como mujeres–, y generalmente interesados por penalizar el aborto, hablan de matar un ser humano que ya es tal en el momento de la fecundación, negando todo un proceso evolutivo que ocurre en el cuerpo de la mujer.
Curiosamente esos mismos hombres –y también muchas de sus mujeres– justifican la muerte cuando hablan de extirpar los terroristas políticos en son de mantener sus lugares de privilegio social, y hablan de accidentes de trabajo –y no de homicidios– cuando un trabajador se lastima trabajando en condiciones insalubres. Son esas personas conservadoras de sus propias condiciones de existencia sin atender las pluralidades de vidas existentes, quienes se transforman en carceleros/as de las mujeres, tratándolas como máquinas reproductoras, cosificándolas en son del honor del varón que para serlo debe convertirse en padre, y muchas veces mirándolas como incapaces morales.
Pero muchos hombres están cambiando y las mujeres e instituciones sociales pueden colaborar para acrecentarlo. Es preciso legitimar socialmente a los varones promoviendo el acceso de los mismos a los servicios de salud reproductiva. Talleres grupales, charlas en ámbitos comunitarios, capacitación de promotores hombres multiplicadores de la información entre otros hombres, contribuirán a que los varones aprendan a cuidarse más a si mismos, desarrollando su afectividad y su capacidad de comunicarse. Tal vez entonces puedan participar más activamente de las luchas por la despenalización de una situación que aunque ocurre en el cuerpo de la mujer, atañe a ambos.
“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar,
aborto legal para no morir”
aborto legal para no morir”
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