Pensar el género implica pensar sobre nuestras prácticas, sobre nuestro cotidiano estar haciendo y siendo un género. Es mostrar que existen diversas maneras de vivir, de existir, de ser y estar en este mundo que no se corresponden con las formas establecidas. Diferentes experiencias que muestran que ya no es posible pensar de manera rígida, sino que nuestro pensamiento debe construir nuevas imágenes que permitan la afirmación y la inclusión de las diferencias.
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