sábado, 21 de agosto de 2010

CARTA A LOS DIPUTADOS DE LA NACION ARGENTINA

Señores Diputados de la Nación Argentina:
Reciban un cordial saludo.

Como ciudadana argentina me dirijo a Uds. a fin de solicitarles que, en su carácter de legisladores, presenten un proyecto de ley por el cual el Estado argentino quite el apoyo económico que se le otorga a la Iglesia Católica, y destine esos fondos a la atención de las necesidades básicas de toda la población (alimentación, educación, salud).
Creo que, habiendo libertad de cultos en nuestro país, cada persona puede optar por la religión que se ajuste a sus creencias, y en consecuencia, comprometerse individualmente al sustento de la misma. Todos sabemos que miembros de la Iglesia Católica han protagonizado innumerables actos moralmente inaceptables y/o punibles, desde el apoyo a las dictaduras militares, pasando por el abuso de niños; desinformando intencionalmente a los jóvenes en cuanto a educación sexual, tratando de impedir avances históricos como la ley de divorcio o la de matrimonio igualitario, y condenando o estigmatizando al que no concuerda con su línea de pensamiento.
En mi bella provincia de Salta, ahora las clases de religión católica son obligatorias en escuelas públicas, pese a que se proclama la libertad de cultos. Los niños que no toman dichas clases son señalados negativamente, y no se les da ninguna alternativa para su formación en cualquier otra área.
Creo que un Estado democrático que se precia de albergar en su seno a una gran diversidad de personas, en la que ninguna debe ser discriminada bajo ningún concepto, no debería asignar una parte de sus recursos (a los que todos los ciudadanos contribuimos) a mantener una institución que segrega y promueve la ignorancia.
No conozco en detalle el presupuesto total asignado por año a la Iglesia Católica, pero por informaciones de prensa consultadas, es de suponer que esa suma será de gran utilidad para resolver problemas graves y urgentes de nuestro país, como la desnutrición infantil, o para ampliar y mejorar los servicios de educación y salud pública.
Me despido con la firme esperanza de que esta discusión traiga cambios positivos a los argentinos.

Atentamente,
Sandra Serapio

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